Título: La mancha humana
Título original:The
human stain
Autor: Philip Roth
Traducción: Jordi
Fibla
Nacionalidad: Estados
Unidos
Alfaguara, 2001
440 páginas.
Precio: 17,50 euros
ebook: 6,64 €
No había leído nada de
Philip Roth. Tenía curiosidad, pero era uno más de los autores que tengo
pendientes de estrenarme con ellos. Hasta que Rustis y Mustis propusieron hacer un homenaje al autor. Era la oportunidad perfecta para
leerlo, podía elegir el libro que quisiera y, además, conocería la opinión de
varios blogueros sobre otras obras suyas.
Así que me dirigí a la
biblioteca de Móstoles, deambulé por la estantería con los libros de Roth, fui
cogiendo uno, echando un vistazo, cogiendo otro, dejándolo, hasta que cayó en
mis manos La mancha humana. Me llamó
poderosamente la atención, así que se vino conmigo esperando haber elegido
bien, y vaya si lo hice.
Argumento
Durante el turbulento
verano del escándalo Lewinsky, Coleman Silk, decano de universidad, ve cómo su
reputación y su carrera se arruinan por decir una expresión poco afortunada en
un momento inoportuno. La fiebre de lo políticamente correcto -la nueva caza de
brujas en EE UU- desata, a partir de una sola frase, consecuencias
devastadoras.
Pero la verdad acerca
de Silk desarmaría las acusaciones más virulentas. Porque guarda un secreto
vital, que no es la aventura amorosa que mantiene con una mujer a la que dobla
la edad, ni sus supuestos racismo y misoginia. Es un secreto que guarda desde
hace años y que no conocen ni su mujer, ni sus cuatro hijos, ni sus colegas, ni
sus amigos.
Mi opinión
En La mancha humana hay dos narradores. Por
un lado, Nathan Zuckerman, vecino de Coleman; por otro, un narrador omnisciente. Y ambos se intercalan para contarte la vida de Coleman Silk.
Coleman es un ex
profesor y ex decano de la universidad. Dimitió porque se vertieron acusaciones
sobre él, en las que se le acusaba de ser racista.
“Puesto que en la quinta semana del semestre aún había dos nombres
a los que nadie respondía, a la sexta semana Coleman preguntó al inicio de la
clase:
─¿Conoce
alguien a estos alumnos? ¿Tienen
existencia sólida o se han hecho negro humo?”
Resulta que los dos
alumnos que faltaban y a los que se refirió eran negros. Llegó a sus oídos cómo
el profesor se había referido a ellos, y lo acusaron de racista. Ante el nulo
apoyo del decano y los compañeros frente a esa fuerte pero a la vez ridícula
acusación (ridícula por los motivos que alegan los alumnos que presentan la
queja), Coleman, antiguo decano y a escasos años de la jubilación, dimite como
protesta. Al poco, muere su esposa, y él acusa a todos de su muerte, porque
aduce que las presiones ejercidas sobre ellos le provocaron el fatal infarto. Y
aquí entra en escena Nathan, porque Coleman está escribiendo unas memorias para
explicar lo que pasó, pero acude a Nathan porque necesita a alguien que las
ponga en orden y pueda salir de su manuscrito algo legible y coherente.
Y esto es solo el principio. Porque Coleman, además, mantiene una relación con una mujer
34 años más joven que él, la cual tiene un pasado complicado, y un ex marido
que la maltrataba y que no parece que vaya a dejarla tranquila en su nueva
vida.
Pero lo que hace a Coleman único es un secreto que ha
guardado durante años, que ni su viuda llegó a saber, ni sus hijos o amigos
conocen. Y no es un secreto nimio, no.
Ha marcado toda la vida de Coleman, porque hay cosas que puedes ocultar a los
demás, pero de tu interior no puedes borrarlas, quedando marcado a fuego y
decidiendo tu destino.
Tal es la magnitud del
secreto que esconde Coleman. Me encantaría contaros cuál es, comentarlo,
debatirlo, justificarlo, condenarlo, realizar conjeturas e hipótesis sobre el
por qué, y sobre cómo creemos que era realmente Coleman. Pero sería hacer un
spoiler. El secreto creo que debe
descubrirlo cada uno en el interior de la novela, no leerlo fuera de sus
páginas.
Cuando el narrador empieza
a contar el pasado de Coleman, tuve que parar y retroceder en la lectura,
porque creía que, o bien había leído mal, o había entendido mal, o no podía
ser. Pero sí, sí es, y es que Coleman es un personaje de todo menos simple.
Y aunque algunas cosas
parezcan inverosímiles (como su relación con Faunia, pues él tiene más de 60 y
ella treinta y pocos), Roth lo cuenta de
tal manera, construye los personajes de tal forma, que no solo se vuelven
creíbles, si no también reales.
Al terminar el libro e
ir a puntuarlo en Goodreads, cotilleé opiniones para ver qué les había parecido La mancha humana a los demás. Me sorprendió ver que unos cuantos comentaban la prosa de
Roth, definiéndola como compleja, rimbombante, difícil. A mí no me lo pareció
en absoluto. No es una prosa ligera ni con un ritmo muy ágil, pero no la
encontré recargada ni espesa. Luego me di cuenta de que estaba leyendo los
comentarios en inglés y que ellos se referían a la versión original, no a la
traducción que yo había leído. Y ahora me he quedado con la intriga de saber si
en verdad el estilo de Roth es tan recargado y lleno de florituras, o si es que
nos estamos acostumbrando a una prosa demasiado simple y sencilla.
Una de las cosas que me ha gustado de La mancha humana es que, aunque tanto a través de Nathan como del
escritor omnisciente vamos conociendo a Coleman, no llegamos a conocerle del
todo. Y eso me ha gustado
porque es como la vida misma, nunca se llega a conocer a fondo a otra persona;
muchas veces, ni a uno mismo. Y es que, al finalizar la novela, obtienes muchas
respuestas, pero también te quedan rondando varias preguntas.
“¿Obtuvo,
gracias a su decisión, la aventura que buscaba, o era la decisión en sí misma
la aventura? ¿Era el engaño lo que le proporcionaba placer, la realización del
malabarismo lo que más le gustaba, el viajar por la vida de incógnito, o
sencillamente había cerrado la puerta a un pasado, a la gente con la que no
quería tener nada oficial ni íntimo que ver?”
Como decía al
principio, me ha gustado mucho la novela. Cuando
finalizas La mancha humana, se queda
rondando por tu cabeza. Philip Roth trata muchos temas. A través de la vida
de una persona, hace una crítica a la sociedad americana. Pero no hay moralina,
solo expone unos hechos, que no dejan de dar vueltas en tu cabeza: racismo,
odio, apariencias; la importancia de no salirte del molde, ser como se supone
que tienes que ser según los cánones que impone la sociedad; las consecuencias
por rebelarte ante el sistema y las costumbres vigentes; la intolerancia, el
maltrato, la soledad; las guerras, y las víctimas que genera (no solo en el campo de
batalla, si no a los soldados que regresan y a sus familias); la muerte de
seres queridos; la familia, la educación, el sistema. Y también, el destino de
cada ser humano.
En definitiva, La
mancha humana me ha gustado muchísimo. No sólo por la historia que cuenta y
sus personajes, si no por todo el trasfondo que hay detrás, y que acabó calando
en mí y haciéndome pensar y reflexionar sobre ello.
Quiero terminar haciéndoos
una pregunta, y con una reflexión de Coleman sobre el destino de cada persona.
En la vida, ¿qué creéis que importa más, el destino, el azar o las decisiones
que tomamos?
“(…)
Coleman se alejó de ella comprendiendo, como fuera de sus lecturas de los
dramas clásicos griegos nunca lo había comprendido hasta entonces, la facilidad
con que la vida puede ser una cosa en vez de otra, hasta qué punto es
accidental el destino… y, por otro lado, lo accidental que parece el sino
cuando las cosas nunca pueden ser de una manera distinta a la que son”.
Valoración:
9/10
“El mal de la calumnia es semejante a la mancha de aceite:
deja siempre huellas.”.
Napoleón