Hoy venimos a presentaros a nuestra escritora aliada de diciembre.
Ayer os dimos una pista en Alividanzas para que intentarais descubrir quién
era. Como siempre lo adivináis muy rápido, quisimos hacerlo un poco más
difícil, y tal vez nos pasamos, porque nadie lo adivinó, jajaja. Aquí está la
foto, a ver qué opináis sabiendo ya que nuestra escritora aliada es Laura
Garzón, autora de Promesas de arena.
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Alividanza |
Gracias a Laura por aceptar ser nuestra aliada e involucrarse
en todas nuestras ideas. Como siempre, intentamos conocer más al autor del mes
y traeros algo nuevo, esperamos que os guste la entrevista a Laura y las
sorpresas que tenemos preparadas.
Laura Garzón nació en Córdoba el 29 de diciembre, en “el solsticio de invierno de hace demasiado
tiempo”.
El día de Reyes del primer año que aprendió a leer, Laura se
encontró con unos libros maravillosos de Julio Verne. Tenía seis años recién
cumplidos. Aún los tiene, son un tesoro para ella. “Desde entonces me enamoré de la lectura”.
Laura cree que se nace con la necesidad de contar historias. “Luego la vida te puede llevar o no a
escribirlas”. De niña lograba reunir a su pandilla en las noches de verano
para que escucharan sus cuentos. Así no tenía que estar todo el rato dando a la
comba. “Era muy torpe en todos los juegos
de acción, jajaja”. A la
literatura llegó por su madre, que le regaló libros maravillosos en lugar de
muñecas. Siempre le ha gustado escribir. “Desde
muy chiquita escribía redacciones, poemas, cuentos y por fin artículos para
revistas casi underground. Me encanta y tengo una facilidad especial para
imaginar historias”. Se decantó por hacerlo para publicidad por su
vivacidad y porque le permitía utilizar el diseño y las imágenes para
ilustrarlas.
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Laura Garzón |
Su primer libro surgió cuando ya estaba saturada de inventar
mensajes publicitarios, redactar folletos para bancos y montar eventos; Cuando
ya no le estimula nada de eso y además tiene tiempo para sentarse delante del
ordenador y “ordenar” esa historia que lleva tanto tiempo recitando en su
cabeza, frases, diálogos y personajes que iba apuntando en lo que tenía más a
mano: archivitos de Word, libretas, ¡hasta Ticket de compra!
Laura no cree tener ninguna manía de escritora, al menos de
momento. “Puedo escribir en cualquier
parte, siempre que tenga buena luz”. Aunque últimamente siempre lleva a las
presentaciones unos pendientes con la foto de una bruja, que hace una amiga suya
fotógrafa. Tiene la sensación de que le da suerte y ánimos. “Cuando más escribo es de noche, cuando todo
el mundo se ha ido a dormir. Entonces pierdo la noción del tiempo”. Una vez,
se tiró de los pelos por no archivar una noche completa de trabajo y tener que
volver a escribirla, aunque el resultado fue mejor.
No cree que sea
necesario que el escritor haya estado cerca de ciertas emociones para poder
novelarlas. “Un buen escritor debe saber
transmitir todo tipo de emociones a sus lectores. No se trata solo de
imaginarlas, se trata de saber plasmarlas en la narración con las palabras
precisas para que el lector las sienta y las comprenda”. Los escritores de
oficio saben utilizar los recursos literarios adecuados para conseguirlo, pero
también cuenta la maestría de cada uno para lograr que asumas la desesperación,
la angustia, el gozo o la alegría del personaje como tuyos.
En cuanto a la inspiración, “¡claro
que existe! Pero como dijo Picasso, tiene que pillarte trabajando”. Laura
suele apuntar en lo primero que tenga a mano las cosas que ve y que cree le
pueden luego inspirar para sus historias: “una
música maravillosa que suena ante la indiferencia de miles de pasajeros, la
mirada perdida de mi compañero de autobús, el gesto cansado del conductor
atrapado en el atasco...”.
Hay mucho de ella en sus novelas: Imágenes, retazos de
infancia, vivencias, personas con las que se he cruzado... pero todo remodelado
para sus personajes. “Mis novelas no son
autobiográficas. Aunque como me señaló un periodista sí son las historias que a
mí me gustaría leer”.
Escribe, sinceramente, primero para ella, “porque disfruto escribiendo, perdiéndome en la historia, sintiendo
cuando un diálogo es vibrante, cuando una escena está bien construida”. Y
luego, por supuesto, para sus lectores. Le encanta cuando alguien le manda un
comentario sobre lo que ha disfrutado con su historia.
En su novela “Promesas de
arena” retrata el mundo de las ONG, y le pedimos que nos contara sobre su
relación con ellas. “He hecho trabajos
publicitarios para Save the Children España, pero jamás he trabajado en el
terreno. No creo tener el temple que hace falta para ello”.
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Promesas de arena |
En cuanto a su conocimiento sobre la realidad palestina, tiene
amigos que sí han trabajado en el terreno aunque en otras crisis, no
precisamente en la franja de Gaza, y le han contado lo que refleja Promesas de arena: “que por mucho que te prepares y te preparen, el choque con la realidad
es brutal”. El resto es pura documentación e imaginación. Ponerse en la
piel de un cooperante novato e intentar transmitir como podía sentirse.
En Promesas de arena, Laura
ha conseguido mezclar una novela de acción con una romántica y además con
denuncia social, y que el resultado final quede muy conjuntado. “Si me dices que el resultado final queda
conjuntado me pongo a dar saltos de alegría, he logrado una buena historia”. Era lo que quería contar: una joven cooperante,
una mujer educada en occidente, con un nivel cultural alto y una conciencia
clara de mujer independiente, enfrentada a una situación límite donde su única
vía de escape puede ser el amor romántico y exótico que continuamente nos están mostrando la literatura romántica y las
películas de Hollywood. “Quería que fuera
toda una aventura de crecimiento personal y que además entretuviera al lector”.
A Laura, si una novela le aburre con descripciones larguísima de escenarios,
personajes o situaciones anodinas en las que apenas sucede nada, deja de leer.
El buen escritor con cuatro o cinco palabras puede poner en situación al
lector; el resto lo deja a la imaginación de cada uno.
“Salvo un rasgo, en
concreto, en Promesas de arena jamás se describe a Hyzam El Halcón, e igual que
a Lucía, a todos los lectores les parece
un personaje fascinante”. Piensa que dos lectoras seguro que no lo
describirían con el mismo aspecto físico.
Cuando Laura comenzó a documentarse y revisó los hechos
históricos del nacimiento del estado de Israel y cómo habían intervenido las
potencias europeas y Estados Unidos en la zona, pensó que, tanto a unos como a otros: a todos los
pueblos que vivían en esos territorios, y a los judíos que huían hacía su “tierra prometida” les
habían hecho un montón de promesas que
nadie había cumplido; igual que las promesas que lanzan muchos amantes en los
momentos de pasión: “promesas que se
escurren entre los dedos como cuando intentas coger un puñado de arena; es algo
tan inconsistente que los granos se escapan entre los dedos y vuelve a la
tierra de donde los has cogido. Promesas de arena”. Y de ahí nace el título
de su novela.
Le preguntamos a Laura su opinión sobre la situación actual de
la industria editorial. “¡Uff! La
pregunta del millón. Yo acabo de llegar al mundo editorial. Hace poco más de un
año ni me planteaba publicar mi novela”. Laura supone que las redes
sociales, las plataformas digitales de autoedición y el mismo soporte de
lectura están cambiando la industria editorial. Ella está tan expectante como
el que más. Cree que las editoriales evolucionarán y se acostumbrarán a
coexistir con los autores autoeditados, “de
hecho ya se están nutriendo de ellos y los escritores indies beneficiándose del
soporte que les ofrecen las editoriales que les eligen”.
Laura tiene muchísimos referentes literarios. “Me encanta el estilo de Jordi Sierra i
Fabra, ojalá pudiera yo tener su agilidad para los diálogos y su capacidad de
síntesis”. También admira la habilidad de transmitir emociones de Anna
Gavalda, y le encanta el punto de vista femenino y la crítica social que, sin
hacer proselitismo, impregnan las novelas de Almudena Grandes y Gioconda
Belli. “Pero hay muchos más escritores de los que he aprendido y sigo
aprendiendo, tanto españoles como internacionales: Pío Baroja, Muñoz Molina,
Javier María, Julio Cortazar, Borges, Alice Munro, Margaret Atwood…”.
Acaba de terminar de leer “La
Caricia de Tánatos” de María José Moreno, sobre su mesilla tiene a Marian
Izaguirre con “La vida cuando era nuestra”
y esperando el libro de una escritora y amiga; Pilar Muñoz y su “A que llamas tú amor”, que confía le
sorprenda agradablemente porque el género romántico-erótico es un tipo de
lectura que lee con bastante recelo.
Un eterno pendiente para Laura es “Madame Bovary”: “Lo siento,
no puedo con Flaubert y su Emma. Lo he comenzado como unas tres veces. La
primera lo dejé aburrida, la segunda indignada por el comportamiento infantil
de Emma y la tercera decidida a no volver a intentarlo. Sí, monsieur Flaubert
tenía razón: madame Bovary era él”.
Nos recomienda la trilogía de El Señor de los anillos, libros y películas. “Las novelas consiguieron que estuviera flotando durante tres días, todo
un colocón, quería irme en el barco con los elfos”. Considera que las
películas son una adaptación increíble de los tres libros y una obra
cinematográfica espectacular.
Su siguiente proyecto es una historia totalmente diferente a Promesas de arena. “Más intimista, más dura porque sucede
a nuestro alrededor y pasa desapercibida”. Una historia que habla de
soledad e incomunicación, de desamparo y
de cómo el destino nos tiende la mano cuando no esperas nada.
En 10 años, Laura se ve escribiendo, viajando, viviendo a
caballo entre Madrid, Segovia y Córdoba. “Disfrutando
todo lo que pueda”.
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En su Córdoba natal |