Autor:
Antonio Lagares
Nacionalidad:
España
Autopublicado,
2014
183 páginas
(estimación).
ebook: 1 €
No
disponible en formato físico
Conocí a Antonio Lagares gracias a mi primera lectura
conjunta, con La rastreadora, una
novela original y diferente, no apta para todos los públicos, y que me gustó
mucho. Así que cuando me propuso leer Bobo,
no dudé ni un instante, tenía curiosidad por leer algo suyo en un registro tan
diferente.
Argumento
Un periodista es asignado a cubrir la ejecución de un
condenado a muerte. La tarea se convierte en un reto pues su trabajo incluye
una entrevista, para cubrir el testimonio del último día de vida de un cautivo.
El reportero terminó reuniendo material suficiente para un libro. No fue hasta
diez años más tarde que recrea en su memoria el tiempo que pasó con ese hombre.
Aquel que prefería ser llamado con el nombre de «Bobo», quien nunca se
arrepintió de sus actos y vivió convencido de que hizo lo correcto.
La historia de Bobo comienza a pulsar en la mente del
periodista hasta que la transforma en una novela. La vida de un asesino con una
memoria prodigiosa, una cultura incoherente con su condición y su nombre. Un
individuo sin pudor, sin culpa, aferrando a la firme convicción de que actuó
correctamente.
Mi opinión

La historia comienza con un periodista que, recién
jubilado, decide rescatar la anotaciones que tenía guardadas desde hacía más de
diez años sobre su entrevista a Bobo, un preso condenado a muerte, realizada
horas antes de la ejecución.
Confieso que me costó un poco meterme en la historia.
Parecía que el periodista iba a tener importancia en la trama, pero no, sólo es
un instrumento con el cual el autor nos muestra al auténtico y único
protagonista (quitando a Curro, el perro): Bobo.
El cambio de narrador me distraía de la historia, pero en
cuanto pasó a ser definitivamente Bobo, empecé realmente a meterme en la
historia. El protagonista, bautizado por sus padres como Fran, apodado por su
hermano como Bobo –nombre con el que se siente identificado y como le conoce y
llama todo el mundo– y el preso 1314 para el Estado, es un chico que aún no
tiene 30 años, y hace 8 que fue condenado a muerte por asesinato. Al principio,
no conocemos a quién asesinó, cómo ni por qué, aunque intuimos que tiene algo
que ver con su hermano y su perro Curro. Bobo ha aceptado su muerte, cuando
mató sabía lo que hacía y cuáles eran las consecuencias, y no le importa morir,
porque al fin se va a reunir con su hermano Peter y con Curro.
Bobo, antes de ingresar en la cárcel, como él mismo nos
cuenta, no había cogido un libro en su vida. Pero gracias a su compañero de
celda, el bibliotecario, quien le puso bajo su protección, empezó a leer, a
aprender palabras y a comunicarse mejor.
Cuando Bobo empieza a contarle su historia al periodista,
se dispersa, le cuesta recordar el pasado, y no hace más que hablar de su
estancia en la cárcel. Al igual que el periodista, esa parte no me interesaba,
se me hizo un poco pesada.
Pero en cuanto
retrocede al pasado, con su visión sesgada, parcial e infantilizada de la realidad,
empecé a disfrutar con la historia. Sabes que a su hermano Peter le pasa
algo, que su familia no es idílica y que le ocultan cosas a Bobo, quien se
sumerge en su mundo, entre otras cosas, para abstraerse de las discusiones de
sus padres. Y que a Bobo, un chico espabilado y cariñoso con su hermano,
también le sucede algo. Tal vez el sistema, que intenta etiquetarle como
autista o retrasado; o sus padres, que le sobreprotegen y que sólo están juntos
por sus hijos. Y es que Bobo, aparte de estar en su mundo, cuando algo le
altera demasiado, sufre ataques y se desmaya.
Y luego está el vecino, un psicópata en potencia, que hace
la vida imposible a Bobo, a Peter y a Curro, mientras frente al resto del
vecindario es un vecino idílico. O al menos, al principio.
Con Curro, traído a la familia como terapia para Bobo,
éste empieza a relacionarse más, a sentir y a dar un amor puro. Al fin y al
cabo, los perros son un bálsamo para las personas. Como dice Bobo: “El perro es una
creación de Dios para que la soledad nunca supere a la mente humana. Somos tan
imperfectos que se vio obligado a dotarnos con un complemento carente de odio,
poder, envidia, avaricia, maldad, resentimiento… un compañero dispuesto a dar
su vida por ti a cambio de nada. Un regalo que pocos aciertan a comprender”.
Y vamos conociendo a Bobo y la vida que tuvo, nada fácil.
Y me ha gustado. Cuando muere Peter (no es un spoiler, lo cuenta Bobo muy al
principio), realmente me he emocionado,
el autor me ha cautivado y he llorado junto a Bobo por su pérdida. La
muerte de Curro también me ha dado mucha pena, pero no me ha emocionado tanto,
tal vez porque yo no he tenido perro, y no he podido sentir la pena de Bobo con
tanta intensidad.
Como veis, tengo opiniones encontradas con esta novela. Quitando el principio, me ha gustado, he
disfrutado con la historia y me he emocionado. Pero el final me ha dejado
un poco fría.
Bobo es, ante todo, una novela de sentimientos. Y aunque no
estés de acuerdo con su manera de actuar, empatizarás con él y con sus
pérdidas, y te hará reflexionar sobre la condición humana. Desde luego, Bobo
no es una novela que deje indiferente. Por eso, aunque disfrutase más con La rastreadora, os recomiendo su
lectura, en especial si tenéis/habéis tenido un perro, tal vez a vosotros os
toque más fibras sensibles que a mí (y que conste que sí me ha emocionado,
aunque tal vez, no tanto como esperaba).
Valoración:
7,5/10
“Cuando mi perro me
mira con cariño,
leo en sus ojos la
tristeza de la futura humanidad.
Amado Nervo
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