Título original: The postman always rings twice
Autor: James M. Cain
Traducción: Federico López Cruz
Nacionalidad: Estados Unidos
RBA, 2010
(Primera publicación en 1934)
144 páginas.
Tapa blanda
Precio: 14,25 euros
ebook: No disponible
Argumento
Un trotamundos sin empleo
narra la atracción que siente por la esposa de un emigrante de origen griego.
Pero no será fácil librarse del viejo marido. Y habrá que contar con el
inescrutable destino: ese cartero que siempre llama dos veces.
Mi opinión
Mi
padre cogió prestado este libro de la biblioteca, y cuando lo vi, me
entró curiosidad por leerlo. No he visto la película, pero sí
algunas de sus escenas más representativas, y me picó el gusanillo
por leer una novela negra de hace más de 50 años.
El
autor, James Cain, no se deleita mucho en describir a los personajes,
ni física ni psicológicamente. Los conocemos, a ellos y a sus
contradicciones, a través de sus acciones. Es
una novela corta, pero intensa, con la que he disfrutado.
Frank,
un joven trotamundos, conoce a Nick Papadakis y a su mujer, Cora,
quienes regentan una fonda, y donde Frank empieza a trabajar como
mecánico, en la estación de servicio. Enseguida siente una fuerte
atracción por Nora:
“Entonces
la vi. (…) Salvo su cuerpo, en verdad, no era ninguna belleza
arrebatadora, pero tenía una mirada hosca y los labios salidos de un
modo que me dieron ganas de aplastárselos con los míos”.
La
atracción entre Frank y Cora es irresistible, y dan
rienda suelta a esa pasión, pues Cora se casó con Nick no por amor,
si no por abandonar el lúgubre cafetín en el que trabajaba y
aspirar a una vida mejor, y Frank no puede resistirse a lo que siente
por Nora. Pero enseguida, esos breves escarceos que tienen se les
quedan cortos, y ambos necesitan más, mucho más. Se necesitan el
uno al otro sin obstáculos, y tienen uno muy grande: Nick. Así que
deciden matarlo, haciendo que parezca un accidente, y así poder
estar siempre juntos, sin tener que esconderse.
Y
de esta manera, los dos se ven inmersos en una espiral de
violencia, desconfianza y recelos, y van cayendo en un pozo oscuro
que parece no tener fin. Porque las cosas no salen como
esperaban, y aunque se quieren, ambos tienen dudas sobre el otro y
los motivos reales que tienen para deshacerse de Nick, se utilizan
mutuamente, y la desconfianza se instaura entre ellos, precipitando
los acontecimientos.
El
cartero siempre llama dos veces,
aun rezumando erotismo por todas partes, no tiene ninguna escena de
sexo. Pero no hay ninguna duda de la pasión que sienten Frank y
Nora, porque lo suyo no es amor, es atracción física pura y dura.
Aunque
la novela tiene muchos años, no se ha quedado desfasada.
Con unos personajes profundos, reales, oscuros y llenos de
contradicciones, y una historia llena de ritmo, pero a la vez
pausada, pues se apoya más en sus personajes que en la acción en sí
misma, El
cartero siempre llama dos veces es
un clásico imprescindible para los amantes de la novela negra.
No
he visto la película, pero no tardaré mucho, tengo ganas de ver a
Jack Nicholson y a Jessica Lange como los alteregos de Frank y Cora
en la gran pantalla.
Como
apunte final, no entiendo el título de la novela, no tiene relación
con la trama. He leído que en la película queda más claro, ya
os lo diré cuando la vea. Cuando Nora y Frank se besan por primera
vez, él había cerrado antes la puerta de la calle para que nadie
pudiese interrumpirlos (dejando claras sus intenciones de que quería
que pasase algo que no podía ser visto por nadie más), llaman a la
puerta, Nora va a ver quién es, y le dice a Frank que por qué había
cerrado con llave… y que a ella se le ha olvidado quitarla,
quedando claro que ambos quieren lo mismo. Y lo único que se me
ocurre es que aquel que llamó, fuese el cartero. Pero claro, la
segunda vez, ya no lo sé.
Muchas
veces, el título de una novela no se entiende hasta casi el final.
Pero, ¿habéis leído algún libro cuyo título no tiene nada que
ver con la historia, y que es incomprensible el por qué se titula
así?
Valoración:
8/10
“Todas
las pasiones son buenas mientras uno es dueño de ellas,
y
todas son malas cuando nos esclavizan”.
Jean
Jacques Rousseau