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viernes, 30 de enero de 2015

En el café de la juventud perdida, de Patrick Modiano



Título: En el café de la juventud perdida
Título original: Dans le café de la jeunesse perdue
Autor: Patrick Modiano
Traducción: Mª Teresa Gallego Urrutia
Nacionalidad: Francia
Anagrama, 2008
144 páginas.
Precio: 14,9 euros
ebook: 6,64 €



Cuando le dieron a Patrick Modiano el Nobel, no sentí especial interés en leerlo, muchas veces los premios otorgados no tienen que ver con la calidad de la obra, si no por otros motivos ajenos al libro en sí. Pero cuando Carax y Rustis y Mustis propusieron leer al autor, no dudé y me apunté en el momento. Este tipo de iniciativas suelen gustarme mucho, y ser muy gratificantes. En un principio pensé leer “La trilogía de la ocupación”. Pero tras ir leyendo comentarios y opiniones sobre diferentes (y apetecibles) libros de Modiano, ya no tenía nada claro por cuál decantarme. El reservar  en la biblioteca “Entre tonos de gris” de Ruta Sepetys fue decisivo para descartar La trilogía de la ocupación: No me apetecía leer dos libros sobre el Holocausto tan seguidos. Así que finalmente me decidí por “En el café de la juventud perdida”, había visto buenas opiniones y el título me parece muy sugerente.


Argumento
Una hermosísima novela sobre el poder de la memoria y la búsqueda de la identidad. París, años 60. En el café Condé se reúnen poetas malditos, futuros situacionistas y estudiantes fascinados por la bohemia parisina. Y aunque la nostalgia de aquellos años perdidos parecería ser el tema central de la novela, Modiano le da un giro sorprendente. Porque ésta es también una novela de misterio. Todos los personajes, todas las historias, confluyen en la enigmática Louki. Cuatro hombres nos cuentan sus encuentros y desencuentros con la hija de una trabajadora del Moulin-Rouge. Algunos la buscan, otros la aman, y para casi todos ellos la chica encarna el inalcanzable objeto del deseo.


Mi opinión

La prosa de Patrick Modiano me ha parecido deliciosa, y sabe transmitir mucho (muchísimo) con las palabras. Lo importante del libro no me ha parecido la historia en sí, sino los sentimientos que transmite, siendo el principal la melancolía.

En el café de la juventud perdida comienza con un narrador en primera persona, que ni se presenta, porque el importante no es él, si no la misteriosa chica de la que nos habla, Louki. Nos relata cómo la conoció, y la impresión que ésta le causó.

Imagen de stockvault
Pero él no es el único narrador. Después de contarnos un trozo de la historia de Louki a través de sus recuerdos, da paso a otros narradores, quienes, siempre desde la primera persona, nos van contando sus recuerdos sobre Louki, cómo ellos la percibían. Incluso la propia Louki nos cuenta un retazo de su historia. Y a través de esos diferentes prismas, se va formando en tu cabeza la imagen de tan peculiar personaje. Y aunque ves varias partes que conforman la personalidad de Louki, no podrás ver la imagen completa, ni siquiera al terminar el libro. Y no porque no esté bien retratada; es más, creo que Patrick Modiano hace un trabajo magnífico al ir dándonos, pedazo a pedazo, los detalles sobre Louki, pero siempre quedará ese halo de misterio que rodea a las personas complejas, contradictorias e impenetrables como ella.

En el café de la juventud perdida es un libro coral, aunque todo él gire en torno a Louki. Pero Louki no es la única protagonista, hay otro personaje muy importante: la melancolía. Está en cada frase de la novela, transpirando y calándote. Por eso decía que Modiano transmite los sentimientos muy bien, porque la melancolía se transforma en un ente real que te da la mano, para convertirse en aire que, al inspirarlo, hace que ella y tú os volváis un solo ser.

Melancolía por el pasado, porque tu futuro ya no es nada, porque todo lo que tenías que vivir, ya lo has vivido. Melancolía porque en ese momento, cuando el pasado era presente, no eras consciente de que ése era todo el presente que iba a importar en tu vida, ignorante de que ése iba a ser tu mayor momento de felicidad. Melancolía por la ingenuidad con la que veías algunas cosas, por tener toda la vida por delante, con tantas oportunidades, y que ninguna de tus elecciones te llevase al sitio al que querías ir. Melancolía por ese café en el que poder refugiarte, con esas personas desconocidas que terminaste por considerar tu protección contra el mundo. Melancolía por no haber terminado de comprender la vida, por tener la información incompleta y nunca llegar a conocer la verdad. Melancolía por esas personas que marcaron el momento más importante de tu vida, pero que ya sólo están en tu recuerdo. Melancolía por la juventud, por la vida vivida y no vivida. Melancolía por la melancolía.

Imagen tomada de Freepik
Con todos estos ingredientes, con un personaje complejo visto desde diferentes ángulos, y París de fondo como un personaje más de la novela, En el café de la juventud perdida debería haber sido una gran novela. En parte lo ha sido, pero… me ha faltado algo. Desde que terminé su lectura, he estado dando vueltas y vueltas para encontrar eso que me ha faltado. Porque sobrar no sobraba nada. Y he de decir que no lo he encontrado; y no porque no esté, sino porque no he sabido materializarlo en palabras. No es el final, un tanto precipitado a mi gusto, pero acorde con el resto del libro. No es por haberme quedado con ganas de saber más de Louki, nunca se llega a conocer del todo a una persona, ni aunque ella misma y las personas que la conocen te cuenten en detalle su vida. No es porque no me haya gustado Louki (al revés, me ha parecido un gran personaje y, aunque no comparta ciertas actitudes suyas, la he comprendido y he empatizado con ella). ¿Entonces qué ha fallado? (Para mí, obviamente; para otra persona puede ser un libro perfecto). Como decía antes, no lo sé, pero algo le falta a la novela. Cuando la terminas, te quedas con la sensación de que le faltan páginas. Y no tienen por qué ser del final, sino en el medio de la historia. O tal vez ha sido la manera de terminarla. No el final en sí, sino la forma de hacerlo. En definitiva, me ha faltado un “colofón” con el que terminar un libro que me ha transmitido tanto.


Conclusión final


Os animo a descubrir a Patrick Modiano, con esta novela o con otra suya que os atraiga más. Me ha gustado mucho su manera de narrar, y aunque me ha dejado un regusto un tanto agridulce, el balance final es muy positivo, y os recomiendo su lectura. Ahora me voy a cotillear otras opiniones sobre En el café de la juventud perdida, para ver si alguien más ha tenido la misma sensación que yo, y poder comentar sobre ello.

Valoración:

7,5/10
“No hay melancolía sin memoria ni memoria sin melancolía".
Marcel Proust
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