Un sábado por la tarde, frío y lluvioso; esquivando a la
gente, que se empeñaba en ir a paso de tortuga en un Madrid abarrotado de
personas; mirando el reloj, pensando que los madrileños tienen un problema con
la lluvia: se forman atascos, se colapsa el metro y se junta gente sin prisa
que impacienta a los que llegamos tarde a una cita. Y mientras voy adelantando
a los viandantes haciendo zigzag, descubro que ya he llegado a mi destino: el
hotel de las Letras. Entro en la cafetería y busco entre la gente. Ahí están: A
la mayoría les conozco, a algunos no, y de los nervios de llegar tarde no sé ni
cómo saludar (a algunos creo que ni lo hice). Mikel Alvira me saluda, y va en
busca de un asiento para mí (cosa que agradecí un montón, porque cuando vi esas
butacas, lo único en que pensaba era que como tuviera que coger una, me
fastidiaba del todo la muñeca).
Ya estamos todos: comienza el encuentro con Mikel Alvira. Acompañados
de café y cervezas, la charla es muy breve, de repente nos damos cuenta de la
hora y nos tenemos que ir. Llevamos 4 horas hablando, y el tiempo ha pasado
volando.
Manuela me advirtió: Lee ya La novela de Rebeca, porque te aviso que vamos a hablar del final. Pues
hablamos de todo, pero el final solo lo comentamos de refilón. Conclusión:
Tenemos que hacer otro encuentro, ese libro se merece que hablemos del final
largo y tendido.
Mayte iba equipada con su libreta, aquella que la acompañó
durante la lectura de La novela de Rebeca,
y en la que iba anotando aquellas frases para recordar, que le habían gustado o
impactado, y todas las preguntas que deseaba hacerle al autor. Eran preguntas
de escritora a escritor, y con la que los lectores disfrutamos mucho. Hablamos de
tantas cosas (y sin tomar nota de nada, porque ¿quién apunta cosas mientras
habla con amigos?) que me resulta muy difícil hacer esta crónica (o lo que
sea). Así que os voy a hablar sin orden ni concierto de lo que me acuerdo. Seguro
que me dejo muchas cosas en el tintero, así que al final de esta entrada os
dejaré las crónicas del resto de los que estuvieron allí.
Una de las primeras cosas que surgió (y cualquiera que se
haya leído el libro, seguro que también le ha venido a la mente): ¿Qué hay de
Simón Lugar en Mikel Alvira? ¿Qué manías de escritor comparte, y cuáles tiene
propias? Mikel nos contó que sólo compartía una: Guardar compulsivamente todo
lo escrito, no hay nada que más rabia dé que perder el trabajo hecho. Y que no
tenía más manías. O eso dijo en un primer momento, porque luego salieron a la
luz unas cuantas…
También hablamos de esa portada tan atrayente. Aunque lo
importante de un libro está en el interior y no deberíamos juzgar un libro por
su portada: ¿Quién no ha leído un libro sólo porque la portada le ha llamado la
atención, o porque un título le he atraído sin remedio? Entre tanta y tanta
oferta, donde hay demasiadas novedades que duran muy poco tiempo en la mesa de
novedades, destacar es importante. Lo primero que te entra por los ojos es la
portada y el título. Si te atrae, cogerás el libro para ver de qué va. Y ya estás
un paso más cerca de elegir ése en lugar del que está al lado. Mikel Alvira nos
contó que la fotografía es de Ingunn Viste, que él propuso a la editorial
utilizar una de sus fotografías porque le encanta esta fotógrafa. Hicieron varias
pruebas, pero al final se quedaron con la primera, pero volviéndola azulada. Y con
el título, él pensaba otro (Rebeca
no es lugar para días grises), pero lo primero que le dijo la editora es que había
que cambiarlo. La novela de Rebeca me
parece un buen título, hace alusión tanto a la novela que se escribe como a las
Rebecas que pueblan sus páginas.
También hablamos sobre los agentes literarios. ¿Son tan malos
como tantas veces se nos muestran en la literatura? Mikel Alvira nos contó que para
nada, que él está muy contento con la suya, pero que es verdad que dan mucho
juego en una novela como contrapunto al escritor. Que cuando empezó con su
agente literaria, le presentó el borrador de otras novelas. Y que un día
hablando, le dijo que tenía otra, pero que era impublicable. Ella le dijo que
quería leerla, y cuando lo hizo, dijo que quería publicar esa. Sabéis de qué
novela estaban hablando, ¿verdad? Efectivamente, esa novela impublicable que
está camino de convertirse en un gran éxito no era otra que La novela de Rebeca: un libro que juega con
la estructura propia de una novela, con varios narradores, varias líneas de
argumento y muchos saltos en el tiempo y en las tramas. Un libro que se vende
como novela negra, pero que en verdad no lo es: Es mucho más, un juego
metaliterario que al principio confundirá al lector, pero que después le parecerá
una auténtica delicia. Mikel también nos contó el porqué del cambio de editorial:
Él estaba muy contento con la suya, pero se le hizo pequeña, porque la
distribuidora no era a nivel nacional, y necesitaba un cambio.
Mikel nos contó todo lo que había hecho en su vida
profesional. Es una persona extremadamente creativa, el campo con el que mejor
se maneja es el de las palabras, pero no es el único: Ha hecho cortometrajes,
obras de teatro, guiones de musicales imposibles de convertir en realidad por
el costo que tendrían, videoclips publicitarios, arte con letras e incluso
algún discurso. Nos confesó que él no escribe libros, si no frases. Pero que
para que le publiquen esas frases, tiene que “rellenar” con 300-400 páginas
para que se las publiquen.
También se interesó por nuestros blogs, por el trabajo que
les dedicamos, si leíamos de otra manera desde que los teníamos, de nuestras
conversaciones en Twitter donde comenzamos hablando de un libro y terminamos contando
que hemos ido a la peluquería, a recoger a los niños o que tenemos que hacer la
cena. Le explicamos que es así porque, aunque nos empezamos a relacionar por
los blogs y los libros, muchos terminamos haciéndonos amigos, aunque no nos
hayamos visto nunca. Es la magia de internet: une a personas.
Si puedo ilustrar esta entrada con alguna fotografía es
gracias a Mayte Esteban, que antes de irse me pidió que le hiciera una foto con
Mikel, y me la hizo a mí también. Mikel nos prometió que, si íbamos al norte,
no hacía una guía por la casa de Simón Lugar y su playa. Como dijo Manuela, no
sabe dónde se ha metido, porque a la mínima oportunidad que tengamos,
volveremos a organizar un encuentro como el de esa tarde, donde el tiempo pasó
volando. Sin duda hay que repetirlo, y tenemos una “excusa” para hacerlo: ¡No
hablamos del final! Una tarde magnífica, muchas gracias a todos, lo pasé
genial.
Crónica de Concha. Ah, no, que no estaba Bea para escribirla
;)
* El resto de los presentes
creo que no ha hecho crónica, al menos no la he encontrado.
Niña, pues llegas a tomar notas... jajaja Lo pasamos genial, fue muy muy agradable.
ResponderEliminarBesos.
Tuvo que estar muy bien, gracias por contárnoslo, besotes
ResponderEliminar¡Sí es verdad que la gente iba despacio por la calle! Lo pasé muy bien y me dio mucha pena tener que marcharme antes de que acabase. Me guardo el recuerdo de esa tarde lluviosa como algo especial. Creo que no he participado tanto en un encuentro como ese día, la novela me provocó un torrente de preguntas que anoté porque quería saber más, pero lo de tomar notas allí... como que no, porque estábamos en una amigable charla y los amigos no anotan lo que se dicen entre ellos. Hay que repetir, Teresa. Necesito más tardes con vosotras.
ResponderEliminarBesos
Muy buena crónica Teresa, ay lo que me hubiera gustado estar ahí!
ResponderEliminarUn beso
A mí también me hubiese encantado ir (en Madrid, en Sevilla, me da igual, pero poder ir a algún evento interesante). Se nota que lo disfrutaste.
ResponderEliminarbsos!
Qué suerte poder asistir a este tipo de encuentros y en tan buena compañía!! Gracias por compartirlo con nosotr@s a través de esta estupenda crónica.
ResponderEliminarPor cierto...creo que debería leer "La novela de Rebeca" ;))
Besos
Estupenda crónica! Gracias por compartir estos geniales momentos.
ResponderEliminarBesotes!!!
Estos encuentros siempre son una delicia y compartirlos más aun para quienes te leemos :D
ResponderEliminarQué crónica más buena Teresa! Vaya, vaya como os lo montáis. Verde de la envidia estoy...
ResponderEliminarBesos
4 horas dan para mucho y en esa compañía mas. Tengo el libro en casa y con muchas ganas de empezarlo
ResponderEliminarNo estaba Bea para escribirla y yo tampoco cogí ni una sola nota, jajajaja. que estupendisima tarde pasamos y como voló el tiempo. Hay que repetir. Besos.
ResponderEliminarQué bien! a mí no me cuadran nunca este tipo de cosas.
ResponderEliminarTengo a Rebeca pendiente para dentro de poco.
Besos.
Qué crónica tan fantástica !! Ojalá hubiese podido estar aunque hubiese sido con un ojo oculto, que al final ha sido el de vuestras crónicas...
ResponderEliminarBesos
Cómo siempre dándonos envidia, jaja MIra que sois malas malísimas!!!!
ResponderEliminarBs.
Cómo lo pasáis!! Me encantan estas crónicas informales. Un besote!
ResponderEliminarOhhhhhh... envidia de la mala!! jejejeejeje... A que me voy a tener que mudar a Madrid para no perderme estas cosas?? Jejeje... Me alegro que todo fuera tan bien. Es un gustazo charlar con un autor y más si es tan agradable. Besos.
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